Mis riñones han sido víctima de la hipertensión arterial

Mis riñones han sido víctima de la hipertensión arterial

La hipertensión arterial le destruyó los riñones a Tina Turner. Y solo gracias a la donación de su marido Erwin logró salvar su vida. La cantante nos cuenta cómo vivió su hipertensión arterial, su paso por hemodiálisis y el trasplante renal: 

La lucha por la recuperación siempre es una lucha por la información correcta!

Mis riñones son víctima de que no quise reconocer que tenía que controlar la tensión alta con medicamentos convencionales. Yo misma me puse en un gran peligro, porque me negaba a ver la realidad, que necesitaba un tratamiento farmacológico diario y de por vida. Durante demasiado tiempo, creí que mi cuerpo era un bastión inexpugnable e indestructible.

Padezco de hipertensión arterial desde hace muchos años. Me la diagnosticaron en 1978, aunque no le di mucha importancia. No recuerdo que nadie me explicara qué es la hipertensión arterial o qué consecuencias tiene para el organismo. Incluso creía que tener la tensión alta era algo normal en mi caso, así que no me esforcé mucho por bajarla. En 1985, el médico me recetó unas pastillas. Tenía que tomar una al día y, con eso, me pareció que ahí acababa la cosa y no le di más vueltas. Tras sufrir un ictus en 2009 por no tener la tensión arterial bajo control, empecé a esforzarme en serio por recuperarme. Entonces fue cuando me enteré por primera vez de que mis riñones ya no funcionaban del todo bien. De hecho, ya habían perdido un 35 % de su capacidad funcional. Entonces intenté informarme sobre la finalidad y la importancia que tienen estos órganos. La mayoría de las personas seguramente ni saben dónde se encuentran los riñones y para qué sirven hasta que surge algún problema importante de salud. 

La lucha por la recuperación siempre es una lucha por la información correcta!

Igual que la vez anterior, me recetaron medicamentos para controlar la hipertensión arterial, pero yo estaba convencida de que hacían que me sintiera aún peor. Poco a poco, fui desarrollando una aversión a los mismos que resultó ser funesta. Pero es que me acordaba de cómo era mi estado de ánimo antes de empezar a tomar la medicación y quería volver a sentirme tan lúcida y llena de energía como entonces. Una amiga me recomendó otro médico, concretamente un médico homeopático francés, y no me lo pensé dos veces. Lo primero que hizo fue sustituir los medicamentos convencionales que tomaba por otros homeopáticos. Y me recomendó que bebiera líquido sin parar, constantemente. La verdad es que, al poco tiempo, empecé a sentirme mejor. 

A mi médico no le había contado nada de todo este experimento, así que, cuando acudí a una revisión rutinaria, estaba ansiosa por ver si la medicina homeopática había conseguido bajarme la tensión arterial y mejorar mi función renal. Nunca, en toda mi vida, había estado tan equivocada. No sabía que las lesiones renales que padecía podían empeorar muchísimo por no controlar la hipertensión arterial ni que yo misma había ido destruyendo mis propios riñones al no hacer nada por corregirla.  

Evidentemente, habría actuado de otra manera y no haría cambiado la medicación por productos homeopáticos de haber sabido que había tanto en juego. Pero, por haber sido tan ingenua, había llegado a un punto en el que ya era cuestión de vida o muerte. Al principio, seguramente, no notaba nada, pero algunos de los síntomas que yo achacaba a los medicamentos —el cansancio, las náuseas o la irritabilidad ocasional— eran indicios de que mi enfermedad renal había llegado al estadio terminal. ¿Cómo se me había podido ocurrir decidir yo sola acerca de mi tratamiento? Si hubiera sabido el riesgo que corría con ello, jamás hubiera optado por la medicina alternativa. El médico me dejó claro que los efectos negativos que había tenido esta decisión no tenían vuelta atrás. Mi función renal había tocado fondo.  

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Mi enfermedad renal no es todo lo que soy
Daniel Gallego

“La mayoría de las personas seguramente ni saben dónde se encuentran los riñones”

Para poder seguir con vida, debía empezar a hacer diálisis. Era la única opción, pero me parecía deprimente tener que pasar horas conectada a una máquina. Durante los nueve meses siguientes, todo en mi vida pasó a girar en torno a la diálisis. Entonces me di cuenta de que la lucha por la recuperación siempre es una lucha por la información correcta. Por ejemplo, yo no tenía ni idea de que la insuficiencia renal es conocida como el «asesino silencioso» porque sus síntomas no aparecen hasta que se ha destruido el 80 % del tejido renal. Como me ocurrió a mí, la hipertensión arterial es una de las causas más frecuentes de insuficiencia renal. Yo tuve la suerte de que Erwin quiso darme uno de sus riñones. Ese fue el primer paso para el trasplante renal, un proceso muy complicado.  

Recuerdo los meses posteriores al trasplante como una fase interminable de altibajos. Cada cierto tiempo, mi cuerpo intentaba rechazar el riñón donado, algo muy habitual tras un trasplante. Tuvieron que volver a ingresarme más de una vez. Yo me sentía mal todo el rato, estaba mareada, olvidaba cosas y tenía mucho miedo. Y estos problemas todavía no se han solucionado del todo. Tengo que tomar muchísimos medicamentos y sigo las indicaciones que me dan mis médicos al pie de la letra. Ahora sé que puedo confiar en ellos y en sus tratamientos». 

“Confío en el tratamiento.”

La importancia de un chequeo médico

La importancia de un chequeo médico

Casi tan sencillo como lavarse las manos: una pequeña prueba de orina podría prevenir la diálisis y el trasplante.